viernes, 25 de julio de 2008

Cerrado por vacaciones...


Por un tiempo y por las vacaciones tendré que ausentarme.Por eso y por cambio de trabajo, y porque el ordenador de mi casa se podría decir que está en precario, la ausencia puede que se prolongue algo más (vamos a intentar aprobar una partida económica por vía de urgencia para la adquisición de un nuevo equipo). Esto no quiere decir que se cierre el balcón. Por la misma razón las visitas a los amigos se verán disminuidas, pero no es que os tenga en el olvido.
Hasta dentro de poco...

lunes, 14 de julio de 2008

El escaparate de las vanidades.


Hace unos días podíamos leer a La Cava en un texto que reivindicaba la figura del capirotero (que algún día trataré) y denunciando otras figuras y personajillos que pululan por nuestra Semana Santa. Quería tratar el tema, pero me ha parecido más oportuno hacerme eco de otros autores más cualificados para hacerlo.
Podemos leer a Francisco Espinosa de los Monteros afirmar que "...en algunos casos se entiende la cofradía como paso intermedio para conseguir cargos de poder social y político como si esto fuera una 'feria de las vanidades' cofrade, y un largo etcétera. Ante la ausencia de valores internos, las cofradías van perdiendo cada vez más sus raices y se van convirtiendo en lo que desean buena parte de los políticos que nos rodean: convertimos en una manifestación folclórica más pero perdiendo su raíz religiosa, hacernos perder nuestra espiritualidad para convertirnos en muestra de arte, convertirnos en fin en un atractivo turístico más". Y es preocupante la utilización que en más de una ocasión se hace de las hermandades, cuyas procesiones son utilizadas como reclamo turítico por parte del ayuntamiento y prueba de ello fue el origen de la subvención municipal en el s.XIX para conseguir que las hermandades tuvieran los medios económicos para poder realizar la salida procesional con regularidad.
Como escaparate máximo de esas vanidades está el Consejo de Cofradías. Actualmente es raro el acontecimiento o acto al que no esté invitado el Consejo. Se ha convertido, sin duda, en una palestra y trampolín social especialmente para su presidente aunque también en menor medida para el resto de cargos y consejeros. El periodista Juan José Borrero escribía hace poco (creo que en ABC) "...el gran poder de las cofradías como medio de vertebración de esta complicada ciudad será un mito si confundimos cofradías con gestores de bandas, costaleros y salidas extraordinarias, y a las hermandades con luchas intestinas en la más extensa capacidad semántica de la palabra. Y, sobre todo, si se sigue trasladando que el Consejo es el cronometrador oficial, el jurado de los pregoneros y la oportunidad de muchos políticos frustrados para recibir las invitaciones a los actos oficiales de la Muy Noble, Muy Leal... y muy cofrade Ciudad de Sevilla".
Podemos leer así mismo a Isidoro Moreno en su libro 'La Semana Santa de Sevilla. Conformación, Mixtificación y Significaciones', libro cuya lectura es más que interesante y que en su primera edición en el año 1982 levantó no pocas ampollas por parte de los 'guardianes de la ortodoxia cofrade'. En uno de sus capítulos en el apartado 'El interés por ciertos cargos y la feria de las vanidades' podemos leer: "desde las décadas del XIX y, sobre todo, a lo largo del siglo XX, paralelamente a la conformación de la Semana Santa tal como es hoy, se ha venido dando un proceso de apropiación de los cargos directivos de las cofradías populares por personas de la burguesía media y alta cuya extracción social no responde a la composición de la cofradía, pero que aprovechando el prestigio y la popularidad de ésta como palanca de adquisición de estatus y de ampliación de relaciones sociales, vinculaciones e influencias, que pueden ser muy provechosas para progresar en la esfera de los negocios, ascender en el mundo político conservador o, simplemente, codearse con quienes tradicionalmente han pertenecido a los estratos sociales elevados".
Habla el profesor Moreno también de lo que ocurre en ciertas cofradías en la calle: "...algo parecido ocurre en la cofradía en la calle: en algunas ciertos mandamases han tomado desde hace unos años la costumbre de no vestirse de nazarenos pero sí acompañar durante casi todo el trayecto, con traje bien planchado y medalla al cuello, al paso de palio; delante de él, por supuesto, y al lado del capataz, repartiendo saludos y sonrisas, haciendo bien ostensible quién es el que dirige el cotarro".
Cita el profesor Moreno un texto de Antonio Burgos que dice "...de estar en las aceras, en los umbrales, se pasó a esta Sevilla procesionaria de los figurantes y figurones, que van delante de los pasos, más que para no perderse un detalle, para saludar y ser saludados, la teoría del paseo de caballos pero entre cera e incienso, que muy buenas carreras han comenzado así, en la delantera de los pasos, ejerciendo oficialmente de cofrade sin antifaz; sin más antifaz que el fingimiento de unos fervores que son muy rentables en Sevilla para llegar a ser persona".
De Sánchez del Arco podemos tomar el siguiente fragmento: "...quienes van buscando la sombra sagrada del altar (o del paso) para tienda de mercader o para apoyo de fuerzas temporales" mostrando recelo de los rostros descubiertos en la Semana Santa sevillana.
De 1970 recoge también Moreno un editorial de El Correo de Andalucía titulado 'La feria de las vanidades. En las cofradías, no'. Extraemos el fragmento citado: "...explotación publicitaria que algunos grupos de personas han puesto en vigencia a lo largo de los últimos años, utilizando el marco de las cofradías como pedestal para un intolerable juego de vanidades (...) ¿cómo hemos venido a caer en esas páginas de periódicos llenas de fotografías donde señores distinguidos ejercitan a costa de las cofradías la conocida gimnasia del tú me condecoras, yo te condecoro. nosotros nos condecoramos?". Y sigue: "nos asombra que haya gentes con tantas ganas de salir fotografiados una y otra vez... Quizá podríamos arbitrar en Sevilla un tipo de reuniones donde los aficionados se condecoren y se retraten una y mil veces: pero que no ofrezcan a los ciudadanos corrientes el lamentable espectáculo. Y, sobre todo, que se alejen de las Hermandades".
Sin duda esta y otras situaciones se han dado, se dan y, lamentablemente se darán. Erradicarlas se me antoja una tarea imposible. Pero hay que ser conscientes del por qué algunos elementos se arriman a una hermandad.
He querido que ilustre el texto una imagen de un auto de fe de la Inquisición en la Plaza de San Francisco en 1660, que esa sí que es una plaza-escaparate de vanidades.
Pd: No sé si una entrada de blog se puede dedicar, pero si se puede se la brindo, como el que brinda un toro en la Maestranza, a La Cava y a Miguel Andreu.

viernes, 4 de julio de 2008

Saber irse (e incluso ni llegar)


Hemos podido vivir en las últimas fechas procesos electorales en muchas de nuestras hermandades e incluso en el Consejo de Cofradías. Sin embargo no voy a hablar, de momento, sobre elecciones, si no sobre los que se van e incluso sobre los que ni han llegado.
Hace unos días apareció en ABC una entrevista al ex presidente Felipe González en la que afirmaba que "los ex presidentes son como jarrones chinos (...) estorban donde quiera que se pongan". También pudimos escuchar a Mariano Rajoy en unas declaraciones recogidas por El País en las que afirmaba "Aznar no rima con molestar, sí con no estar". Ni por asomo pienso juntar política y cofradías; ya hay quienes lo hacen. Pero esta situación que se da en política parece que en más de una ocasión se extrapola y se traslada al mundo de las cofradías. Los que abandonan los cargos parece que no quieren hacerlo, o al menos pretenden que su labor permanezca inalterada e inalterable más allá de la gestión de sus cargos. Y es que en no pocas ocasiones parece que es alargada la sombra de los que han ocupado el puesto de hermano mayor.
Los que acaban su gestión muchas veces pretenden seguir ejerciendo ese poder incluso cuando su mandato ya ha acabado. Esto puede producir fricciones entre el nuevo y el antiguo hermano mayor. El antiguo pretende aparecer como referente moral (al menos) de la hermandad. Parece que todo debe contar con su aprobación como si de un órgano consultivo (vinculante incluso) se tratara. Y cuando hay más de un ex hermano mayor mejor ni hablar, pues la lucha por ese poder residual al que aspiran, máxime si ha habido rencillas entre ellos (que suele ocurrir), es sin duda un estorbo para el que acaba de llegar.
El neófito en el cargo a veces pretende articular ese grupo de poder que como un grano le ha salido creando una junta consultiva de ex hermanos mayores (e incluso de ex miembros de junta). Sinceramente, no sé si es mejor el remedio que la enfermedad. Y el nuevo hermano mayor tampoco.
Hay otra situación que también puede producir un cierto problema en la gestión de las nuevas juntas y es cuando han optado más de una opción a la junta de gobierno. ¿Qué ocurre con los integrantes de la que no ha resultado elegida? En la mayoría de los casos estos 'no miembros de junta' se posicionan literalmente, valga el juego de palabras, como oposición (casi como en el congreso de los diputados) a cualquier actuación o decisión que lleve a cabo la junta de gobierno mientras aguardan agazapados a las próximas elecciones. La pluralidad de opciones es positiva en cualquier ámbito, y el espíritu critico también; pero la crítica destructiva y sistematizada no lo es. En estos casos no parecen trabajar por su hermandad sino trabajar para alcanzar en el futuro ese cargo que la decisión del cabildo de elecciones les negó.
Aunque en muchos casos las expectativas que generan una nueva junta pueda ser poco halagüeñas creo que se debe dar el beneficio de la duda y dejar trabajar al menos un tiempo razonable para poder ver la forma y los modos de actuar y esperar a conocer los frutos. Hay que saber dejar el cargo, no agarrarse a él y volver a ser hermano de número, que no nos cueste dejar la vara y coger el cirio en el puesto que nos corresponda en la cofradía (también los hay que una vez dejan el cargo dejan de vestir la túnica no sé si como una medida de una pretendida protesta o, más bien, para dejarse ver el día de salida). Hay que saber también no llegar a ocupar el cargo, asumir la derrota si es que la ha habido o se puede hablar de ella, y dejar trabajar a los recién llegados. Tan importante es llegar como saber irse; es difícil sin duda ejercer los puestos con eficacia, pero también saber dejar de ejercerlos. Cuando los cofrades aprendan esto habrán dado un
importante paso en madurez.