jueves, 26 de noviembre de 2009

No quiero ser un aculturado

José María Arguedas, escritor peruano, reflejó como ningún otro autor el choque entre las culturas de origen andino y urbanas de su pais. O lo que es lo mismo, el choque de las culturas quechuas y europeas, magistralmente presentado al lector en la que quizás sea su obra más emblemática y significativa, Los Ríos Profundos. Arguedas fue acreedor del premio Inca Garcilaso de la Vega, en cuyo acto de entrega pronunció su famoso discurso "No soy un aculturado".
Seguramente sea una forma bastante rara para empezar a hablar de cualquier asunto cofrade. Pero hace bastante tiempo que creía necesario tratar un tema que puede resultar intrascendente a primera vista e incluso nos puede llevar a sentirnos orgullosos a los sevillanos, pero que no debemos pasar por alto.
Que la Semana Santa sevillana es modelo y canon para otras muchas localidades es algo obvio y notorio. Pero ésto no implica que sea positivo y deseable. Ni desde el punto de vista de las otras localidades que miran en Sevilla como modelo a seguir, ni incluso aunque no pueda parecerlo para la propia Sevilla.
Los cofrades sevillanos somos chovinistas, posiblemente por naturaleza o porque lo interiorizamos desde la cuna. Nos hacen ver que Semana Santa como la de Sevilla, en nigún sitio. Y posiblemente así sea. Igual, en ningún sitio. Pero eso no implica que sea superior o que las demás sean de menor categoría. Cada Semana Santa tiene sus valores y atractivos. Los sevillanos, como buenos chovinistas en este sentido como ya he apuntado, somos por regla general, y yo me señalo el primero, desconocedores de las celebraciones de Semana Santa de otras localidades. Y si eso nos ocurre con las de pueblos cercanos, ni comentemos sobre otras provincias.
Ya hemos cometido en innumerables ocasiones el expolio incluso en nuestro patrimonio, o mejor dicho, el autoexpolio del que otras semanas santas se han beneficiado cuando hemos desechado grandes obras artísticas debido a discutibles y en muchos casos poco claros criterios al venderse a otras localidades, y en la mayoría de los casos con cambio a peor. Y este es tema extenso que daría para varios entradas en cualquier blog. Y si bien ese tipo de pérdidas parece que se han frenado, la pérdida de la identidad cultural es una sombra que puede ennegrecer el futuro de nuestras corporaciones.
Es una obviedad decirlo, pero aquí no se nos ocurriría copiar modelos ajenos de otras localidades. Y si lo hacemos, o lo hemos hecho, jamás lo reconoceremos. Defendemos 'lo nuestro' a capa y espada, pero nos vanagloriamos de que otras semanas santas copien lo de aquí. Y eso, a la larga, es un error. No creo que sea positivo que Sevilla exporte su modelo a otros sitios porque con el tiempo se conseguirá que no seamos capaces de distinguir una Semana Santa de otra. No es positivo para la que copia lo de Sevilla porque pierde su carácter e impronta. Pero tampoco lo es para la de Sevilla, porque también pierde su personalidad en la misma medida que las que copian.
El adocenamiento de las formas de las distintas semanas santas de Andalucía o incluso de más allá de nuestra región hará que el modelo, el modelo sevillano, pierda valor y deje de ser modelo para convertirse en una más. Implicará una pérdida de personalidad de una y otras, una monotonía que nos impedirá discernir la copia del original.
Es tema de difícil control por no considerarlo imposible. Pero la aculturación cofrade no es algo que tengamos tan lejano en el horizonte. Y yo, al menos yo, no quiero ser una aculturado.

La imagen corresponde a una procesión de la provincia fechable en el primer tercio del s. XX. Como es costumbre en mi, entono el mea culpa, no puedo citar de dónde tomé la foto.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Cautivo y desarmado el pueblo de Sevilla...

De un tiempo a esta parte, de demasiado tiempo ya diría yo, la izquierda sevillana, o más bien, la izquierda trasnochada sevillana, rancia y carca, adjetivos que también se pueden predicar de la izquierda, materializada en la persona de Antonio Rodrigo Torrijos, se dedica a embestir contra todo lo que huela a cofradía. Cada uno gasta sus fuerzas y energías en lo que cree más oportuno, faltaría más. Pero el caso es que, al menos personalmente así lo creo, todo lo que llevan a cabo contra el mundo cofrade sevillano lo hacen desde el rencor y el revanchismo. No veo por ningún sitio que busquen restañar heridas, heridas que difícilmente sanarán con la actitud que muestran. Lo único que hacen es hurgar más en éstas y abrir más aún las cicatrices.
Creo, además, que se equivocan de 'enemigo', si es que podemos hablar de enemigo. ¿Son las cofradías hijas de la derecha o del franquismo? Creo que, sin duda, no. Las cofradías pertenecen, son del pueblo de Sevilla. Igual que, por mucho que ellos se lo quieran creer, ellos no son hijos de la República. Aunque es obvio que tenemos que conocer la historia y que ésta no se puede borrar y es la que ha ido creando nuestro presente, cada uno debe vivir en su tiempo y lugar. Vivir en el pasado no le hace bien a nadie. Porque si ellos son los herederos de la república, ¿será a ellos a los que podremos reclamar todo lo que las hermandades perdieron en el 32 y en el 36? Más allá de la bella y poética imagen de la "rosa en el volcán", ¿cómo podrán restituir a los cofrades de San Julián la mirada de aquella Hiniesta que vivía junto a la Puerta de Córdoba? ¿Y quién nos devolverá la serena muerte del Cristo que entre la Fábrica de Artillería y el Matadero Municipal residía y repartía la Salud entre la gente del pueblo, porque del pueblo son las cofradías, que habitaba en Ancha y en Campamento? ¿Serán ellos los que nos resarzan por no haber podido contemplar la mirada, recordando la marcha de Gómez de Arribas, de Aquella Virgen de la calle Castilla? ¿Cómo podrán aliviar la pena de la Amargura emparedada entre cuatro tablones? Y eso sin adentrarnos en el patrimonio más material de orfebrería, bordados o talla que se perdió. ¿Cuándo van a empezar a pagar sus desmanes? Sin embargo, y no digo que no fuese de justicia, con la vuelta de la Democracia a los sindicatos y al Partido Comunista se les restituyó el patrimonio perdido.
A mi, que rehuyo de mezclar política y cofradías, no se me escapa que es difícil separar éstas de aquella. Pero lo que debería aprender el referido señor es que, por encima de intereses partidistas o de creencias religiosas, cuando se está en un puesto como en el que él o su partido se encuentran, deben primar los intereses de la institución a la que pertenecen y representan, si es que son capaces de representar algo dignamente. Y, en este caso, representan al Ayuntamiento de la Ciudad de Sevilla. Todo lo que no sea así es mostrar poco respeto por los ciudadanos de la ciudad. Y siendo esto así, debe mostrar respeto por las tradiciones Sevilla independientemente del cariz religioso o no que puedan tener. Me da hasta cierta envidia de los cordobeses que veían cómo Rosa Aguilar, siendo del mismo partido, sí anteponía la institución que representaba a las consignas que sobre asuntos religiosos marca su partido (por cierto, y aunque no venga al caso, cómo escoció que aceptase ser consejera con otro partido que no fuese el comunista, ¿verdad sr. Torrijos?). Deberían aprender que no se debe morder la mano que te da de comer. Y ellos comen de los votantes sevillanos, que mal que les pese, los sevillanos, por religiosidad, o por tradición, o por la razón que quieran poner, son cofrades en su gran mayoría. Luego muestran mayor apoyo y respeto por otras manifestaciones de dudosa raigambre y tradición en Sevilla como conciertos por Cuba, pero no para que acabe la dictadura allí, si no para apoyar el poco democrático régimen de Castro.
Dicen que la historia la escriben los vencedores. Pero cuando hay una guerra, y más una guerra fraticida entre hermanos de una misma nación, lo de vencedores me suena a mentira. En una guerra, en mayor o menor medida, pierden todos sin excepción. Y si dicen que la historia la escriben los vencedores, dejémoslo así, los perdedores con frecuencia la reescriben con mayor distancia a la realidad que los primeros. Muchas veces las reinterpretaciones que de la realidad dan unos y otros difiere tanto de la verdad que sería positivo plantearse muchas afirmaciones que, por haberse hecho hace mucho tiempo y por alguien de supuesto prestigio, se dieron por ciertas y nunca más se han vuelto a cuestionar. Pero si alguien está perdiendo en la guerra que actualmente libra el Partido Comunista contra molinos de viento, si alguien pierde de verdad, ese es el pueblo sevillano. Si el comunicado final de la Guerra Civil decía algo así como "cautivo y desarmado el ejército rojo...", así, cautivo y desarmado, es como tienen algunos al alcalde de la ciudad y por extensión al pueblo de Sevilla.
Solo por curiosidad, pinchen en el enlace en la foto que apareció en www.gelannoticias.com. Espero que no estuviese apercibiendo a la hermandad por ocupación ilegal de la vía pública.

martes, 25 de agosto de 2009

Ampliaciones y reducciones

Ampliar o no la Carrera Oficial es tema de ocupación y preocupación de los Ayuntamientos de Sevilla desde hace varias legislaturas. Ampliar, pero cómo... Y por dónde ampliamos... Y con qué criterios... Abierta o solapadamente los diferentes gobiernos que en la ciudad se suceden han llevado o llevan en sus programas esa deseada y tan temida ampliación.
Cambiar las cosas en Sevilla es harto complicado. Cualquier iniciativa, y más en el mundo de la Semana Santa, que consigue sucederse dos años consecutivos se convierte, la convertimos, en tradición. Sevilla, o más bien los sevillanos, somos tendentes a inventar las tradiciones. Y en Sevilla una tradición roza la categoría de canon, medida de las cosas y cuya 'esencia', cierta o no, cuesta no poco esfuerzo cambiar. La Semana Santa ha vivido durante generaciones sin ese recorrido oficial. Y la Campana, ese epítome del mundo cofrade donde la mayoría de las cofradías realizan su 'estación de penitencia', tampoco lo ha sido, como nos gusta decir, de toda la vida. La Carrera Oficial empezaba en la confluencia de Sierpes con Cerrajería y Rioja. Sin embargo todos creemos que la Carrera Oficial existe tal cual desde que Sevilla es Sevilla.
¿Que implicaría la ampliación de la Carrera Oficial? ¿Más sillas? ¿Más dinero a repartir? ¿Más seguridad? ¿Cuáles son las razones que priman sobre las demás? Posiblemente todas y ninguna.
Si bien hace unos años desde el Ayuntamiento se apuntaban razones sociales, de dar cabida a unas sillas o unos abonos populares para que los menos favorecidos pudieran presenciar la Semana Santa igual que los demás, ahora se apunta al tema de la seguridad y de las normas que rigen los espectáculos públicos. Se ha planteado la reducción (con lo que implicaría esa reducción para los abonados) del número de sillas, en torno a las siete mil, por razones de seguridad o quizás como forma de presión para que se realice la ampliación como el Ayuntamiento la plantea. Si fuese por razones de seguridad habría que tomar otra serie de medidas que no procede referir ahora pero que serían de muchísima utilidad y los ciudadanos agradecerían sin duda.
Y a todo esto, qué pinta el Consejo de Cofradías. Yo la verdad no lo tengo muy claro, no sé exactamente hasta dónde llegan sus atribuciones y funciones. Pero lo que es peor, ni el mismo Consejo ni su Presidente creo que lo tengan. La institución de la calle San Gregorio, como algunos periodista cofrades les gusta referir, lleva muchos años esperando una reforma de sus estatutos que no acaba de llegar, sin unas funciones claramente definidas en muchas ocasiones, sin unas atribuciones ejecutivas claras en muchos aspectos y sin fuerza en otros muchos en los que se esperaría que se escuchara su voz. De ahí que sus mismos responsables muchas veces se tengan que dedicar a realizar comentarios, como se suele decir, políticamente correctos y sin intención de mojarse... Y muchas veces porque no saben hasta dónde se pueden mojar ya que no saben si el charco es suyo o no lo es. Se dice que se está trabajando en esa reforma, pero en el anterior Consejo también se estaba haciendo. Y los resultados siguen sin llegar, con un Consejo cuya principal función y casi única realmente práctica es el reparto de las subvenciones.
Las finalidades de la ampliación pasan por lo que se apunta por el tema social, el pecunario pues ampliaría la subvención que se recibe y posiblemente quienes las reciben y la seguridad entre otros aspectos.
Pero, ¿por dónde se debe ampliar? Por delante, por detrás. Ayuntamiento y Cabildo Catedral discrepan en esto. Los criterios que deben primar son los sociales (estos creo que fueron en su tiempo más populistas que reales), los de seguridad que tan volubles son o los crematísticos... que al final estoy convencido que serán los principales. Y es que a la postre muchas de la hermandades dependen de esa subvención, no solo para realizar la estación de penitencia sino que alguna incluso para que la hermandad se sustente durante el año. Y eso sin querer entrar en más problemas como qué hermandades y en qué proporción se debe repartir esos ingresos que generan las sillas de la Semana Santa. Y me temo que todo volverá a quedarse en humo.


Pido disculpas al autor por no poder citarlo ni decir de dónde tomé la foto.

lunes, 2 de febrero de 2009

Con derecho a sucesión...

Cuando hace un tiempo salió la noticia, por sorpresa más que sorprendente, del arzobispo coadjutor con derecho a sucesión que desde Roma nombraban para la Diócesis de Sevilla a la mayoría de los cofrades les pareció algo casi de ficción. Monseñor Asenjo, del cual me confieso un casi total desconocedor, viene nombrado desde Roma y muy probablemente bajo las directrices de Rouco, nuestro particular ‘pontífice’ español. Que Fray Carlos Amigo no es eso, demasiado amigo de Rouco, no es ningún secreto. El espíritu y ánimo conciliador de Amigo, cosa que muy probablemente le venga de la Orden Franciscana a la que pertenece, dista bastante de las actitudes del cardenal Rouco, fiel continuador del más rancio catolicismo. Amigo siempre ha mostrado gran amplitud de miras tanto por el ecumenismo que ha demostrado en muchas ocasiones, propiciando el acercamiento con otras confesiones (es gran conocedor del Islam por su anterior condición de arzobispo de Tánger), o la ‘comprensión’ y el respeto que ha mostrado con asuntos tan espinosos como el matrimonio entre homosexuales. En mi opinión Rouco no podía permitir que una de las diócesis más importantes de España no estuviera dirigida por alguien cercano a sus posturas, y probablemente bastante o mucho habrá tenido que ver en que Amigo no haya visto cómo su pontificado era prorrogado desde Roma.
Si como parece Asenjo es, podríamos decir, un hombre de Rouco, la relación con la religiosidad popular será, cuando menos, tibia. Y las cofradías son, sobre todo, religiosidad popular (en el sentido meliorativo del término; religiosidad del pueblo y no religiosidad populachera como algunos prefieren entenderla). Desde esta perspectiva y ante la incertidumbre de lo que está por venir, los cofrades creo que están poco menos que con las carnes abiertas ante la época de estrecheces, no debidas a la crisis económicas, que también las habrá y de hecho ya las hay en las cofradías, sino de estrecheces cofrades si es que podemos denominarlas de este modo. La mano abierta que Fray Carlos ha mostrado en los últimos años probablemente contrastará con las pocas migajas que se presupone dará Asenjo a las cofradías. Pero en cualquier caso debemos concederle el beneficio de la duda. Porque el tiempo borra y dulcifica los recuerdos y aunque sea una afirmación obvia y de Perogrullo, el futuro es impredecible. Pero en Sevilla parece que el pasado también lo es y solemos “reinventar” la historia o la crónica de los acontecimientos a la medida de nuestras necesidades. Sevilla, que suele adolecer de una memoria que se extiende poco en el tiempo, una memoria frágil y muchas veces selectiva, es además poco amiga de los cambios, tendente a la actitud acomodaticia, prefiriendo lo conocido, malo o bueno por inercia o costumbre, a lo que esté por venir. Y ahora que el adiós de Amigo se presupone cerca parece que no nos acordamos de los desencuentros con las cofradías. La mano abierta de las coronaciones y procesiones extraordinarias, probablemente excesivas en los últimos tiempos, contrasta con la parquedad de antaño. No nos acordamos de la polémica de las Normas Diocesanas, con el consabido decreto de las nazarenas que todavía colea, de la postergación de las coronaciones de la Trinidad y del Valle, ésta última con el desaire de verla coincidir prácticamente con la del Cerro, o controvertidas intervenciones (imagino que en la mayoría de los casos también necesarias) en el gobierno de algunas cofradías, las últimas aprobaciones de nuevas hermandades, etc.
Los otrora críticos con Amigo (normalmente a sus espaldas), ahora lo colman de elogios. Otros, que callaron sus críticas durante años, aprovechan para expresarlas ahora aunque sea de manera soslayada, periodistas incluidos. Ya parece que nadie se acuerda cuando se bautizó una de las mitras de Fray Carlos como el modelo ‘magefesa’, se le criticaba el aire altivo que proyectaba (de la imagen pública de Amigo mucho tiene que ver su secretario, el hermano Pablo Noguera), o ausencias significativas en determinados actos. Pero al final nadie es malo cuando se va del cargo.El tiempo nos dirá si hacemos nuestra la frase de que es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. Quizás el tiempo haya hecho que nos hayamos acostumbrado el uno a los otros. Pero en cualquier caso, al final Asenjo también será bueno, se le hará la rosca cuando vaya a las hermandades y tendrá legión de aduladores en el mundo de las cofradías, que siempre es mejor llevarse bien con el que manda. Y es que a rey muerto, rey puesto…


La imagen corresponde a una postal antigua del Palacio Arzobispal