Seguramente sea una forma bastante rara para empezar a hablar de cualquier asunto cofrade. Pero hace bastante tiempo que creía necesario tratar un tema que puede resultar intrascendente a primera vista e incluso nos puede llevar a sentirnos orgullosos a los sevillanos, pero que no debemos pasar por alto.
Que la Semana Santa sevillana es modelo y canon para otras muchas localidades es algo obvio y notorio. Pero ésto no implica que sea positivo y deseable. Ni desde el punto de vista de las otras localidades que miran en Sevilla como modelo a seguir, ni incluso aunque no pueda parecerlo para la propia Sevilla.
Los cofrades sevillanos somos chovinistas, posiblemente por naturaleza o porque lo interiorizamos desde la cuna. Nos hacen ver que Semana Santa como la de Sevilla, en nigún sitio. Y posiblemente así sea. Igual, en ningún sitio. Pero eso no implica que sea superior o que las demás sean de menor categoría. Cada Semana Santa tiene sus valores y atractivos. Los sevillanos, como buenos chovinistas en este sentido como ya he apuntado, somos por regla general, y yo me señalo el primero, desconocedores de las celebraciones de Semana Santa de otras localidades. Y si eso nos ocurre con las de pueblos cercanos, ni comentemos sobre otras provincias.
Ya hemos cometido en innumerables ocasiones el expolio incluso en nuestro patrimonio, o mejor dicho, el autoexpolio del que otras semanas santas se han beneficiado cuando hemos desechado grandes obras artísticas debido a discutibles y en muchos casos poco claros criterios al venderse a otras localidades, y en la mayoría de los casos con cambio a peor. Y este es tema extenso que daría para varios entradas en cualquier blog. Y si bien ese tipo de pérdidas parece que se han frenado, la pérdida de la identidad cultural es una sombra que puede ennegrecer el futuro de nuestras corporaciones.
Es una obviedad decirlo, pero aquí no se nos ocurriría copiar modelos ajenos de otras localidades. Y si lo hacemos, o lo hemos hecho, jamás lo reconoceremos. Defendemos 'lo nuestro' a capa y espada, pero nos vanagloriamos de que otras semanas santas copien lo de aquí. Y eso, a la larga, es un error. No creo que sea positivo que Sevilla exporte su modelo a otros sitios porque con el tiempo se conseguirá que no seamos capaces de distinguir una Semana Santa de otra. No es positivo para la que copia lo de Sevilla porque pierde su carácter e impronta. Pero tampoco lo es para la de Sevilla, porque también pierde su personalidad en la misma medida que las que copian.
El adocenamiento de las formas de las distintas semanas santas de Andalucía o incluso de más allá de nuestra región hará que el modelo, el modelo sevillano, pierda valor y deje de ser modelo para convertirse en una más. Implicará una pérdida de personalidad de una y otras, una monotonía que nos impedirá discernir la copia del original.
Es tema de difícil control por no considerarlo imposible. Pero la aculturación cofrade no es algo que tengamos tan lejano en el horizonte. Y yo, al menos yo, no quiero ser una aculturado.
La imagen corresponde a una procesión de la provincia fechable en el primer tercio del s. XX. Como es costumbre en mi, entono el mea culpa, no puedo citar de dónde tomé la foto.