
Es obvio que la evolución estética de la ciudad y las cofradías no corren en paralelo. Mientras las cofradías parecen ancladas en una estética barroca en su mayoría (aunque esta afirmación es más que cuestionable y propicia a la opinión pues no responde a la realidad), la ciudad padece una fiebre de pretendida y pretensiosa modernidad más ligada a una afán megalómano que a una necesidad real. La implantación del ‘Metrocentro’, el proyecto ‘Metrosol Parasol’, las obras del metro o la reforma (yo la denominaría ‘chapú’) de la Alameda de Hércules han transformado profundamente algunas zonas de nuestra Sevilla.
Las hermandades y cofradías no han permanecido ajenas a estos asuntos, y este año ha sido no poca la polémica surgida a raíz de las consabidas catenarias y los dichosos cables, esos mismos que sirvieron de inspiración a tan clásica voz de capataz como es ‘a los cables’. El tranvía, porque eso es lo que nos han puesto en la Avenida, lo han bautizado con nombre rimbombante para que nos parezca todo un avance; pero vamos, que de eso ya tuvimos en Sevilla, e incluso dio nombre a un lugar tan cofrade como ‘el andén del ayuntamiento’, para los que gusten de las cofradías pasando por el mismo.
Recuerdo que hace tres o cuatro años también el ‘Metrosol Parasol’ suscitó el debate en las cofradías, pues alguna incluso se planteó la posibilidad de no pasar bajo esa suerte de champiñones, en concreto creo fue la del Cristo de Burgos. Yo, la verdad, para champiñones, los de la Alicantina en el Salvador (aunque hoy día no sean más que un vago recuerdo de lo que antaño fueron).
Con la reforma de la Alameda el año pasado varias cofradías mostraron su queja por la extraña maniobra que se verían forzadas a realizar para enfilar la calle Trajano. Finalmente el Ayuntamiento habilitó el acceso. En este caso, y es una opinión personal, si no llega a estar involucrada la hermandad de la Macarena, ya me imagino yo por dónde tendrían que haber pasado las cofradías (sin pretender menospreciar a las corporaciones afectadas).
Y otra situación que viene a mi recuerdo con las obras del metro la que protagonizaron las hermandades de las Cigarreras y la de la O, para las cuales el Ayuntamiento habilitaba una especie de pasillo para determinadas zonas pero en los que el acceso de público no sería permitido.
He encontrado una curiosa foto del Cristo de la Buena Muerte (http://guiasemanasanta.com/) pasando junto a la estructura de la portada de la Feria de Abril aún en el Prado (desconozco si pasaba por debajo). Sin ser yo especialmente feriante, más bien lo contrario al menos para visitar el Real (la parte taurina si que va a ser más de mi agrado), ¿qué hubiera pasado si la hermandad de los Estudiantes hubiese solicitado la supresión o el traslado de la Feria de Abril?
A raíz de estas y otras cuestiones me planteo dos cuestiones. ¿Son realmente necesarias todas estas obras tal y como el Ayuntamiento las lleva a cabo o responden en gran medida a intereses electoralistas y, como decía anteriormente, megalómanos? Y, planteando el tema desde otra perspectiva, y con un tono de autocrítica cofrade, que nunca está de más y a veces se echa en falta, ¿hasta qué punto las hermandades pueden exigir que el paisaje urbano se adecue a sus intereses?
PD: A quien haya interpretado que lo de ‘interés electoralista’ y ‘megalómano’ iba por el Sr. Alcalde, no seré yo quien le lleve la contraria.